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La mires por donde la mires, Atenas está repleta de historia… Cientos, miles… ¡Millones! de crónicas, narraciones, relatos y leyendas se ocultan bajo su majestuosidad, esa que la caracteriza y la convierte en un lugar incomparable, inaudito, ya no sólo digno de ser visitado sino de que cualquier persona se deje embaucar por las ruinas de otra época, los restos de una historia impactante que también es propia y que se debe conocer. Para ello, el objetivo de estas letras no es otro que desplazarse hasta el Partenón, uno de los principales templos dóricos que se conservan actualmente, construido entre los años 447 a. C. y 432 a. C. en la Acrópolis de Atenas (Chantraine, 1999). El orden dórico es el más simple y arcaico de todos los estilos arquitectónicos, pero se erige como el estilo griego por excelencia: simboliza fuerza y robustez en un entorno armónico, bello y clásico, capaz de trasladar la mente humana hasta un escenario mitológico, repleto de, dioses y héroes.

El Partenón, traducido literalmente como “la residencia de las jóvenes” (Chantraine, 1999), es un templo dedicado a la diosa griega Atenea, considerada por los atenienses como su protectora. De planta rectangular, sus impresionantes dimensiones lo convierten en un monumento sin igual: durante siglos, superando el vandalismo y las guerras entre civilizaciones, se han mantenido en pie sus 69,5 metros de largo, sus 30,9 metros de ancho y, sobre todo, sus columnas, 8 en cada fachada y 17 en cada lado mayor, con una altura que ronda los 10,4 metros (Chantraine, 1999).

La construcción del Partenón fue realizada casi exclusivamente en mármol blanco, piezas de Piedra Natural procedentes del Monte Pentélico, las cuales destacan por tener una blancura uniforme y un ligero matiz brillante, que les confiere una tenue tonalidad dorada cuando les incide la luz del sol (Chantraine, 1999). Es previsible que se emplearan alrededor de 14.300 sillares para la construcción.

La edificación en sí fue iniciada por Pericles como forma de agradecimiento a los dioses quienes, según él, le ayudaron en su victoria contra los persas; sus arquitectos, Ictino y Calícrates, estuvieron supervisados por el gran escultor ateniense Fidias, autor de toda la decoración escultórica y de la gran estatua de Atenea Pártenos, pieza central del templo, para la que fueron empleados 1.200 kilogramos de oro, además de marfil. La colosal estatua de Atenea, de 12 metros de altura, precisaba de una inmensa cella, nave de unos 18 metros de anchura dividida, a su vez, en tres mediante una doble columnata de estilo dórico.

En general, la construcción del Partenón estuvo muy marcada por la geometría y la matemática: sus arquitectos lograron un efecto visual que permitía obviar las deformaciones propias de observar momentos a escasas distancias. Ictino, Calícrates y Fidias lograron la estética del templo mediante unas columnas con éntasis, curvadas hacia el centro, no equilibradas y con las esquinas algo más gruesas; un frontón levemente arqueado, y un estilóbato ligeramente convexo (Chantraine, 1999). Representando el estilo dórico, las columnas carecen de basa y su fuste está recorrido por estrías paralelas, unidas a arista viva, además de otros muchos aspectos que la convierten en una obra única.

Su decoración escultórica tampoco pasa inadvertida: es una combinación exclusiva de metopas, tímpanos y friso en los que se representan varias escenas de la Mitología Griega. En las metopas destacan las escenas de gigatomaquia en el lado este, de amazonomaquia en el oeste, de centauromaquia en el sur, y escenas de la guerra de Troya en el norte. A su vez, cada tímpano del templo tiene una escena mitológica: al este, sobre la entrada principal del edificio, el nacimiento de Atenea, y al oeste, la lucha entre Atenea y Poseidón por el patrocinio de la ciudad de Atenas. En el interior, el friso muestra la representación de la procesión de las Panateneas, el festival religioso más importante de Atenas, incluyendo figuras de dioses, bestias y de unos trescientos sesenta seres humanos a lo largo de los cuatro lados del edificio (Chantraine, 1999). La pintura de las diversas estancias tampoco pasaba desapercibida por la viveza de sus colores, dejando claro nuevamente que el Partenón se erige como el máximo exponente del orden dórico.

A lo largo de los siglos, el edificio ha conservado su carácter religioso, pasando a ser iglesia bizantina, iglesia latina y mezquita musulmana. Por desgracia, y durante el sito por la República de Venecia, un cañonazo veneciano destruyó gran parte de la construcción. Evidentemente, esto sólo era el principio de un proceso de deterioro y erosión que continuaría hasta principios del siglo XIX, cuando el embajador británico de Constantinopla, Thomas Bruce Elgin, decidió retirar la mayor parte de la decoración escultórica que quedaba del monumento para venderla al Museo Británico (Fresneda, 2015).

Las desgracias no acabaron aquí: tras haber sobrevivido a los distintos abandonos, bombardeos y saqueos, en 1894, el Partenón se vio afectado por uno de los terremotos más importantes acontecidos en la historia de Grecia, dando lugar a un fenómeno de conservación y reconstrucción que aún continúa en la actualidad (Atenas.net, 2017).

A pesar de todo ello, y si bien es cierto que, actualmente, el edificio está rodeado de grúas y demás elementos de contención, la enorme belleza de este templo construido en Piedra Natural jamás podrá verse mermada, independientemente del ángulo desde el que se la mire. Si a todo ello se suman las posibilidades que ofrecen la geometría o la matemática a la hora de otorgarle una mayor belleza y equilibrio por la adecuación de sus proporciones, no existe ninguna duda acerca de que el Partenón es mucho más que una joya arquitectónica: es celebridad, es historia… Es vida y, como vida que es, su conservación es imprescindible.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Atenas.net (2017). Partenón de Atenas [Internet]. Disponible en: https://www.atenas.net/partenon (2 de marzo de 2017).

Chantraine P (1999). Dictionnaire étymologique de la langue grecque. París: Klincksieck.

Fresneda (2015, 9 de enero). El Museo Británico reabre la “guerra” del Partenón, en El Mundo [Internet]. Disponible en: http://www.elmundo.es/cultura/2015/01/09/54aeaeb5e2704e12078b4585.html (2 de marzo de 2017).

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