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Mármoles Pedro Lifante

Si bien la historia del ferrocarril en España comenzaba en el siglo XIX, gracias a la construcción de las primeras líneas ferroviarias, este importante elemento para el desarrollo económico y social era una idea ya presente en la sociedad griega. Los primeros vestigios de un sistema de transporte sobre carriles fue una línea de entre 6 y 8 kilómetros que recorría el camino Diolkos y que se utilizaba para transportar botes sobre plataformas a lo largo del Istmo de Corinto, durante el siglo VI a. C. (Lewis, 2001).

Durante 600 años (Lewis, 2001), el camino Diolkos fue recorrido por esclavos, quienes empujaban y guiaban los botes por una serie de hendiduras excavadas sobre Piedra Natural. De este modo, las embarcaciones podían cruzar el Istmo de Corinto por tierra a través de un portaje, desplazándose hasta el golfo Sarónico con la idea, además, de evitar la navegación alrededor de la Península del Peloponeso, cuya costa era demasiado peligrosa por su geografía rocosa: numerosos barcos mercantes acabaron destrozados sobre los promontorios de la península, por lo que el descubrimiento de esta nueva ruta ofrecía, también, una distancia mucho más corta a Atenas para los barcos que navegaban por la costa griega.

Es muy probable que este camino guiado fuese desarrollado por el segundo gobernante de Corinto, Periandro: tras prever un canal original que atravesase completamente el istmo, reemplazó su idea por la de construir unos 6 kilómetros de calzada desde el golfo Sarónico hasta el Corinto. El camino, que variaba de 3 a 6 metros de ancho, fue pavimentado con bloques de Piedra Natural caliza, colocados sobre una capa profunda de arena y grava. A su vez, dos surcos paralelos fueron cortados en el camino, con un metro y medio de separación entre ellos, por los que corrían las ruedas del Olkos, un vehículo similar a los vagones de plataforma modernos, sobre el cual los botes eran transportados por equipos de esclavos o animales (Lewis, 2001).

En definitiva, y a cambio del pago de un peaje, era posible que los barcos realizasen este recorrido por tierra firme, en trayectos que solían llevar entre 3 y 8 horas, en función de las condiciones meteorológicas o de las distintas adversidades. Afortunadamente, los barcos eran descargados para reducir su peso, llevando el contenido por separado en otro trayecto distinto. Aun así, y debido a las limitaciones propias de la época, el uso del camino se restringía a los barcos de menor tamaño (Lewis, 2001).

En la actualidad, todavía son visibles diversas secciones del Diolkos, huellas de un ayer que, para siempre, será mañana… Que, cada vez que alguien las contemple, se sentirá capaz de trasladarse a otra época, más allá de las contemporáneas máquinas de vapor o de las líneas de alta velocidad. La Antigua Grecia fue una etapa brillante, de la cual todavía se respira su impronta.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Diffendale, D. (2008). Galería Flickr – Fotografías Camino Diolkos [en línea]. Recuperado de: https://www.flickr.com/photos/dandiffendale/with/2907776725/.

Lewis, M. J. T. (2001). Railways in the greek and roman world [en línea]. En Guy, A. y Rees, J. (eds). Early railways: a selection of papers from the first international early railways coference. Pp. 8-15. Reino Unido: Universidad de Hull. Recuperado de: http://www.yieldopedia.com/paneladmin/reports/fb8f151d1ee5d60af0482d429fd27c10.pdf.

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