Mármoles Pedro Lifante
Rozando el mismísimo mar Mediterráneo, dentro la Costa Cálida de la Región de Murcia, en el Golfo de Mazarrón y dentro de la comarca del Alto Guadalentín… Esa es su ubicación más precisa. “Cuando arribo por la costa y veo tu inmenso mar, te retengo en mis pupilas por toda la eternidad…” Razón no le faltaba a Ginés Torrano cuando, en 1975, compuso su himno; esa letra que, más que música, es símbolo del sentir por la tierra que vio nacer a los más de 34.000 aguileños que, hoy, habitan el “Paraíso del Mediterráneo.”
Así es Águilas… Municipio con una historia cargada de vida y de comercio marítimo, de relaciones culturales que han ido conformando la idiosincrasia de una tierra cuyos vestigios más remotos alcanzan el Neolítico y las primeras culturas. No obstante, fue en el siglo XVIII cuando una inesperada visita marcó un antes y un después, encendiendo la llama del futuro de la ciudad: la presencia del Conde de Aranda fue el principio del sueño de Águilas, que dio comienzo con el definitivo Ayuntamiento de la villa, en 1834. A lo largo de los XIX y XX, el duro trabajo en la minería y el esparto fueron verdaderamente importantes: sus gentes supieron reaccionar sabiamente ante las grandes crisis hasta convertir su población en uno de los máximos exponentes turísticos de la Región de Murcia del siglo XXI (Díaz, 2000).
En realidad, y tras la toma de posesión del conde de Floridablanca como ministro, se retomó el proyecto de repoblación del municipio: Robles Vives, superintendente de las Reales Obras, sería el encargado de seguir las indicaciones del Conde de Aranda, con la apertura del camino real y el acueducto de Tébar. Mientras la población aumentaba a pasos agigantados, en 1785, el Rey Carlos III aprobó la moción de nombrar a un teniente regidor letrado para Águilas, en vistas de la necesidad de gobierno de una persona cualificada (Fundación Integra, 2017).
Si bien surgieron numerosas propuestas satisfactorias de este nuevo gobierno, la caída del Conde Floridablanca del poder y la pérdida de las Reales Obras por parte de Robles Vives abrieron la puerta a un sustituto que fue capaz de mermar el poder del teniente regidor hasta su completa anulación. El resultado fue desastroso: Águilas pasó a convertirse en pedanía de Lorca, y su papel en el Gobierno de la zona se convirtió en secundario (Fundación Integra, 2017).
Y es que, numerosos fueron los infortunios por los que tuvo que atravesar Águilas durante el siglo XIX: varios desastres naturales, la invasión de las tropas francesas o la Guerra Carlista son sólo algunos ejemplos de una etapa de sufrimiento y precariedad económica, que estuvo a punto de provocar la desaparición de la ciudad (Fundación Integra, 2017). Afortunadamente, la minería salvó las arcas del municipio: el descubrimiento de las minas de plata, plomo y hierro consiguieron aumentar la economía y atraer a población foránea, quienes acudían en busca de fortuna. Además, no tardarían en levantarse las fundiciones Iberia y La Aurora, adquiridas por la compañía inglesa Edward Bates (Fundación Integra, 2017). Sin embargo, las sociedades mineras autóctonas eran muy inestables: fueron capaces de enriquecerse y arruinarse gracias ya no sólo a los altibajos en la producción, sino al derroche de los empresarios.
La Primera República tampoco tardó en hacer estragos; sabían perfectamente de la riqueza acumulada en Águilas con la minería, así que tomaron la ciudad hasta en dos ocasiones. Fue en este momento cuando la industria del esparto comenzó a despuntar, junto a las dos grandes obras que, elevaron, aún más, la posición de Águilas en el terreno regional: bajo el reinado de Alfonso XII se construyeron tanto el puerto como el ferrocarril, a los que les seguiría el embarcadero del Hornillo, con la idea de facilitar el transporte de mercancías (Fundación Integra, 2017).
Desgraciadamente, Águilas entraría en el siglo XX oscilando entre la abundancia y el analfabetismo: ricos y pobres habitaban sus calles, creando un extraño contraste entre acaudaladas industrias y personas arruinadas que enviaban a sus hijos a trabajar para subsistir, conduciendo inevitablemente al analfabetismo a la población más joven. Se constata que las crisis mineras cada vez eran más frecuentes; además, y con la subida al poder de los republicanos, sus enfrentamientos con los socialistas acababan con cualquier propuesta de fomento social. Todo ello desembocó en una Guerra Civil que obligó a Águilas a levantarse contra los insurrectos, dejando una cifra de más de 200 muertos, una dictadura y un enorme descenso poblacional provocado por el movimiento migratorio hacia el extranjero (Fundación Impulsa, 2017).
Afortunadamente, la década de los sesenta del siglo pasado trajo a Águilas la alegría perdida: el desarrollo de cultivos empujó la salida del pozo en la que se encontraba inmersa, hasta el día de hoy, cuya economía se basa tanto en la industria agroalimentaria como en el sector turístico. Desde hace casi cincuenta años, sus playas son un destino privilegiado y, fue a finales de los 90, cuando se remodelaron numerosos puntos de su término municipal, siempre bajo un enfoque de futuro.
Hoy, Águilas vuelve a ser el “Paraíso del Mediterráneo”… “El orgullo de la región murciana, de España, bella y señorial.”
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Díaz, L. (2000). Historia de Águilas [en línea]. Cuadernos de Temas Aguileños, 6. Águilas: Real Academia de Alfonso X El Sabio. Recuperado de:
Fundación Integra (2017). Historia de Águilas [en línea]. Recuperado de: http://www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=a,64,c,373,m,1871.
Montero, S. (s. f.). Torre de Cope en Águilas [fotografía]. Recuperado de: http://www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=a,64,c,373,m,1871.
Sánchez, F. (2016, 22 de agosto). “Águilas Paraíso del Mediterráneo” de Ginés Torrano: Una canción en el corazón de los aguileños, símbolo del sentir por la tierra que les vio nacer [en línea]. InfoÁguilas. Recuperado de: http://www.infoaguilas.es/articulista-reportaje-280.