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Cuatrocientos son los años que han pasado desde el nacimiento de la ópera… Cuatro siglos desde que este género de música teatral irrumpiese con fuerza en la ciudad de Florencia (Italia), uno de los centros culturales más importantes de la época. A medida que han ido transcurriendo los años, esta variedad ha ido desarrollando sus características distintivas, un conjunto de elementos que se han convertido en esenciales para ella y que le aportan unicidad (ABC, 2017).

Del italiano opera (“obra musical”), este concepto designa aquel género artístico dramático en el cual se lleva a cabo una representación teatral a través de música y de canciones (ABC, 2017). Es decir: una determinada actividad escénica se armoniza y se canta, además de contar con un acompañamiento instrumental acorde a sus características y a aquello que se quiere expresar. Los artistas que intervienen cumplen dos roles: son tanto cantantes como actores, y son capaces de actuar bajo guiones establecidos que combinan con cantos, generalmente, líricos. En muchas ocasiones, estas representaciones incluyen escenas de danza, demostrando una vez más la destreza y actitud de unas estrellas que saben lo que verdaderamente significa la palabra arte. Por supuesto, también destaca la presencia de una orquesta que reproduce en vivo y en directo las composiciones musicales correspondientes a la obra.

La ópera en sí misma forma parte de la tradición de la música clásica europea u occidental, destacando entre los compositores más importantes Jacopo Peri (puede que el primer compositor de ópera de la historia), Claudio Monteverdi, George Handel, Antonio Vivaldi, Wolfgang Amadeus Mozart (el más grande de todos los tiempos) o Richard Wagner, entre muchos otros (ABC, 2017).

La ópera  es, en definitiva, una de las pocas representaciones artísticas capaces de combinar tantas áreas: música, literatura, poesía, lírica, actuación, danza, escenografía, artes plásticas, iluminación, vestuario y maquillaje se conjugan a la perfección en un mismo entorno, donde cantantes, actores y coro relatan al público situaciones cotidianas y su visión objetiva de las mismas.

Además de grandes compositores, la ópera cuenta con grandes voces de hombres y mujeres, grandes divas, célebres y grandiosas de gran capacidad pulmonar. Entre ellas, figura la inigualable soprano María Callas, cuya vida estuvo marcada por profundas tragedias y sinsabores, además de por una extraordinaria voz. Si bien es cierto que su madre la rechazó desde su nacimiento, sería ella quien impulsaría la trayectoria de su hija desde un principio: al percatarse de su extraordinario potencial, la inscribió en una escuela de canto que la ayudara a desarrollar su talento hasta convertirse en la maravillosa soprano en la que se convirtió (Flores, 2015).

Maria Callas

De nombre real Ana María Cecilia Sofía Kaloyeropulu (1923-1977), la vida de María estuvo marcada por la tragedia. A pesar de su voz privilegiada y su fama mundial, su autoestima siempre sufrió de numerosos altibajos debido tanto a su aspecto físico como a sus carencias de amor sincero: casada con el interesado empresario Giovanni Meneghini (cerca de 30 años mayor que ella), a mediados de la década de los 50 del pasado siglo ya se había dado a conocer gracias a su potencia vocal, de una tesitura y unas posibilidades increíbles. No obstante, su voz no era suficiente, necesitaba perder peso, ofrecer una imagen de mujer fuerte y femenina, por lo que consiguió perder 35 kilos e interesarse por la moda y el glamour de la época (Flores, 2015).

Su talento, su belleza y su elegancia estuvieron marcados por su peculiar voz, de amplios registros y selecto dominio de la técnica, lo que le permitiría adquirir roles de soprano ligera (voz de gran alcance en los agudos, poca sonoridad en las notas centrales y graves limitados), dramática (timbre oscuro, lleno y grave, con flexibilidad en los agudos) y mezzo (timbre grave, rotundo y de ornamentos vocales complejos), lo que le permitió alternar personajes con muchísimo éxito a lo largo de su carrera.

A pesar de que su marido comenzó a apoderarse poco a poco de su fortuna, aquella que había amasado a base de duro trabajo, ambos seguirían casados a ojos de la sociedad. Sin embargo, María no tardaría en conocer a Aristóteles Onassis, el gran amor de su vida: su romance comenzó cuando ambos todavía estaban casados y, a pesar de que acabarían divorciándose de sus respectivas parejas, Onassis nunca le pidió matrimonio, pues optó por conquistar a Jackie Kennedy tras el terrible atentado contra el presidente JFK (Flores, 2015).

Para María, la traición de su amado supuso un duro golpe, dando comienzo al declive de su trayectoria, de su voz e, incluso, de su talento: el amor de su vida se había llevado con él todo cuanto ella quería, todo cuanto ella sentía. Se convirtió en una ermitaña, de súbita pérdida de peso, voz menguada, múltiples enfermedades y adicción a las píldoras para dormir (Flores, 2015). Murió muy joven, en 1977 a los 53 años, dos años después que su adorado Aristóteles, dejando tras de sí una leyenda y el renacimiento del género lírico desde un nuevo enfoque, marcando una huella imborrable que cimentó el futuro de las sopranos más reconocidas de la historia contemporánea. Versista, sensual y moderno, su estilo revolucionó los usos y costumbres de los grandes de la época (Biografías y Vidas, 2017).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ABC (2017). Concepto de ópera [en línea]. Disponible en: http://www.definicionabc.com/general/opera.php (22 de marzo de 2017).

Biografías y Vidas (2017). Biografía de María Callas [en línea]. Disponible en: http://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/callas.htm (22 de marzo de 2017).

Flores G (2015). María Callas: la trágica historia de la diva de la ópera [en línea], en Vida y Estilo Terra. Disponible en: https://vidayestilo.terra.es/mujeres-de-hierro/maria-callas-la-tragica-historia-de-la-diva-de-la-opera,9733df9d36f1c410VgnVCM20000099cceb0aRCRD.html (22 de marzo de 2017).

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